sábado, 25 de marzo de 2017

Breves apuntes para una historia del Peronismo. Capítulo VI: El golpe del 76. Genocidio y Neoliberalismo



El golpe del 24 de marzo de 1976, que destituye a Isabel Perón, entendemos que se hubiese producido de cualquier manera, aunque hubiese estado sentado en el sillón de Rivadavia cualquier otro presidente.


El golpe fue ejecutado en contra de la herencia histórica, política y social de lo que el peronismo expresaba, atacándolo en todas sus dimensiones: la cultural, la institucional, la política e individualmente. Fue pensado en función del molde agro exportador de fines del siglo XIX que, dados los cambios internacionales, derivó en el programa financiero y desindustrializador: el modelo neoliberal.


El Proceso de Reorganización Nacional aspiraba a poner fin al "Estado de Bienestar" fundado por Juan Perón y al Proyecto Nacional concebido por el justicialismo en la década del 40, sin reparar en costos como el lamentable estado la convivencia democrática, la economía, la sociedad y las instituciones de nuestro país. El golpe del 76 fue decisivo para la inserción del país en el molde globalizador; justificado con el pretexto de la lucha mundial contra el comunismo. Pero ni el golpe tuvo su origen en el "peligro subversivo", ni la violencia aplicada fue para "la pacificación y el orden".


La implantación del modelo neoliberal a través de un gobierno dependiente y de un régimen de terror masivo, se combinaba con la necesidad de poner fin a una experiencia social y política de pleno empleo y la existencia de una legislación laboral y políticas sociales que no se correspondía con los intereses de las empresas trasnacionales ni los grupos económicos oligárquicos locales. Aspiraba a poner fin a una experiencia social, política y económica que iba en contra de los intereses de los poderosos del planeta y que hizo feliz, como nunca en su historia, a nuestro pueblo. Perón afirmaba que su único heredero era el pueblo. Con Perón muerto, lo que se pretendía ahora era destruir la herencia y matar al heredero.


El General Ibérico Saint Jean, Gobernador de facto de la Provincia de Buenos Aires, en mayo de 1977 decía: "Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos".


No hubo "errores" ni "excesos", sino un plan de genocidio deliberado, y contradictoriamente a lo que surge de la leyenda de la "guerra sucia", no fueron muchos los que actuaron en la lucha armada.


En la Argentina no hubo, ni cerca, 30.000 guerrilleros. La cantidad la inventaron quienes querían justificar 30.000 muertes. Hubo sí, 30.000 luchadores sociales desaparecidos, barridos por la represión, de todos los sectores políticos revolucionarios. La inmensa mayoría de las víctimas fueron jóvenes, la mayoría fueron cuadros y militantes de la clase trabajadora, la inmensa mayoría fueron peronistas.


Lamentable e inexplicablemente aún se escuchan voces que defienden la dictadura, pero la historia, ya sin discusión seria posible, nos muestra que, de la larga lista de mártires y héroes de la causa nacional, es aquella Juventud de los 60 y 70 la que, a 44 años del golpe, debe ser recordada como paradigma y ejemplo. Llena de energía, de rebeldía e inconformismo social, esta generación política, encabezada por la “Gloriosa JP” de los 70 fue la generación del compromiso desinteresado por una sociedad mejor, más honesta, más justa.


Una generación que participó políticamente, persiguió una revolución para la Argentina, se sacrificó, militó y pavimentó con su sangre el camino para cambiar un país dependiente, sometido económica y culturalmente, evidentemente injusto en la distribución de la riqueza y el poder.


Como parte de una justa reparación histórica, en nuestro país hoy son casi 1000 los condenados por delitos de lesa humanidad. Pero aún falta mucho más.


¡Por Memoria, Verdad y Justicia! ¡Nunca Más!



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“Una vez más, los humildes están solos en la defensa de la dignidad y los intereses nacionales. Pero siempre ha sido así. La historia enseña que cuando la traición oligárquica abre las puertas a la voracidad del imperialismo, la tierra opone el coraje de sus hijos y la Patria se enciende en holocaustos gloriosos y fecundos. Esta generación esta dispuesta a cumplir con el sacrificio que demandan de ella una tradición inmaculada y una esperanza inextinguible.
Lo hemos hecho antes. Lo estamos haciendo. Lo haremos cuantas veces sea necesario. No toleraremos que una minoría apátrida, que ha reducido a las Fuerzas Armadas al innoble papel de carceleras del pueblo, continué defendiendo enconadamente intereses extranacionales y de clase desde posiciones usurpadas a su amparo”.
John William Cooke.


Escribe: Alejandro Gonzalo García Garro

La comprensión y el conocimiento de esta etapa histórica del justicialismo y de la patria es de fundamental importancia, ya que sus consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales todavía siguen afectando y condicionando a todos los argentinos. Las relaciones de fuerzas allí constituidas siguen marcando la agenda pública argentina y estableciendo los límites de acción del propio peronismo y el sistema política en su conjunto.

Es por todo esto la extensión y la amplitud con la cual hemos abordado el proceso histórico que comienza con el Golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976, desarrollando ideas y conceptos que trascienden al peronismo.

Hay que matar al heredero

El golpe de marzo del 76, que destituye a Isabe Perónl, entendemos que se hubiese producido de cualquier manera, aunque hubiese estado sentado en el sillón de Rivadavia cualquier otro presidente.
El golpe fue ejecutado en contra de la herencia histórica, política y social de lo que el peronismo expresaba, atacando todas sus dimensiones: la cultural, la institucional, política e individualmente. Fue pensado en función del molde agro exportador de fines del siglo XIX que, dados los cambios internacionales, derivó en el programa financiero y desindustrializador: el modelo neoliberal.

El Proceso de Reorganización Nacional aspiraba a poner fin al "Estado de Bienestar" fundado por Juan Perón y al Proyecto Nacional concebido por el justicialismo en la década del 40, sin reparar en costos como el lamentable estado la convivencia democrática, la economía, la sociedad y las instituciones de nuestro país. El golpe del 76 fue decisivo para la inserción del país en el molde globalizador; justificado con el pretexto de la lucha mundial contra el comunismo. Pero ni el golpe tuvo su origen en el "peligro subversivo", ni la violencia aplicada fue para "la pacificación y el orden".

La implantación del modelo neoliberal a través de un gobierno dependiente y de un régimen de terror masivo, se combinaba con la necesidad de poner fin a una experiencia social y política de pleno empleo y la existencia de una legislación laboral y políticas sociales que no se correspondía con los intereses de las empresas trasnacionales ni los grupos económicos oligárquicos locales. Aspiraba a poner fin a una experiencia social, política y económica que iba en contra de los intereses de los poderosos del planeta y que hizo feliz, como nunca en su historia, a nuestro pueblo. 

Perón siempre nos enseñó que su único heredero era el pueblo. Con el general muerto, lo que pretendía ahora la oligarquía y el imperialismo era destruir la herencia y matar al heredero.


Destrucción Institucional

Una política semejante, sólo pudo imponerse destruyendo a las organizaciones que sostenían los intereses del pueblo y persiguiendo a todos los que lucharan por la soberanía nacional y la justicia social, prohibiendo los partidos, interviniendo sindicatos, amordazando a la prensa, a la cultura, a los disidentes e implantando el terror más salvaje que ha conocido la Argentina.

Desde el plano institucional, los jerarcas del Proceso Militar ejercieron la suma del poder público con el predominio de las Fuerzas Armadas por sobre las demás instituciones del gobierno. Así:

-Fueron depuestos la presidente, los gobernadores y los jueces.

-Fueron disueltos: el Congreso Nacional, las legislaturas provinciales y los consejos deliberantes.

-Se prohibió la actividad política estudiantil y de los partidos.

-La UIA, la CGE, la CGT y los sindicatos más importantes fueron intervenidos, sus fondos eliminados; y las actividades relacionadas con las huelgas y las negociaciones colectivas laborales, declaradas ilegales.

Plan sistemático de genocidio

La dictadura había logrado desarticular las instituciones que contenían las bases del proyecto fundado por el peronismo en la década de los 40, pero estas medidas no tenían la fuerza suficiente para consolidar el nuevo modelo sino se eliminaba totalmente la oposición social al régimen.

Para ello, el golpe militar destruyó el tejido social de la argentina, desarticulando las fuerzas populares de la sociedad civil. Represión invisible hecha de nocturnidad y silencio cómplice, de miedos y de ausencias.

Los militares implementaron un plan genocida de magnitudes nunca vistas en Latinoamérica. Fue la dictadura que más se mantuvo, la que tomó las decisiones más intolerantes y crueles, de modo absoluto y arbitrario. Y fue la más perversa.

Los métodos que la dictadura puso en práctica para eliminar la oposición política tomaron por sorpresa a todos, dada su brutalidad:

- Guarniciones y regimientos devenidos en campos de concentración, en centros de detención ilegales, en los cuales jamás accedió un abogado, juez o un observador internacional.

- Centros de tortura y unidades especiales, militares y policiales, cuya función era secuestrar, interrogar, torturar y matar.

- Eran prácticas habituales de tortura la picana, la violación, el asesinato o se los "desaparecía", arrojándolos vivos, adormecidos con drogas, desde aviones en vuelo al Río de la Plata o al mar.

- Y se apropiaron también, de los bebés de los disidentes, criados con identidades falsas.

- El "derecho al botín" concedido a los represores ilegales expandió el robo y la corrupción a niveles que antes no se habían conocido en el país.

Esta vez no fueron solamente los peronistas, también se sumaron otras corrientes y tendencias políticas, militantes de otra extracción también pagaron con su vida ser parte de esa Resistencia. Nuevamente entonces el exilio, las catacumbas, la proscripción, la cárcel, la muerte y los desaparecidos.

Reflexiones sobre la violencia

Mucho se ha hablado del las organizaciones revolucionarias de la década del 70. Se las ha demonizado o reivindicado ciegamente. En relación a esto nos parece importante, mas allá de la posición que tomemos sobre la lucha armada, enmarcar la discusión dentro de unos parámetros políticamente más objetivos, dejando de lado los maniqueísmos y las generalizaciones inapropiadas que muchas veces son funcionales a discursos que aspiran a justificar la dictadura.

El punto de partida debe ser que todo análisis de la violencia política de los 70 debe partir del conocimiento de que toda una generación nació a la política bajo la violencia antipopular y la vivió continuamente.  Los bombardeos al pueblo el 16 de junio de 1955 en Plaza de Mayo, el sangriento Golpe de septiembre de 1955; las persecuciones y encarcelamientos, el castigo al movimiento del General Valle y los fusilamientos de peronistas en los basurales de José León Suárez; el secuestro y la desaparición de Vallese, el plan represivo Conintes que llenó las cárceles de peronistas, el exilio y la proscripción de Perón, los asesinatos de Mussi, Méndez, Retamal, Bello, Cabral, el Cordobazo, los fusilamientos de revolucionarios en la cárcel de Trelew, etc., etc., formaron la experiencia y la conciencia de muchos jóvenes de esa época.

La rebeldía a esta opresión asumió, numerosas veces, formas violentas. A muchos le pareció justo responder a la violencia "de arriba", del poder, con la violencia "de abajo", la violencia popular.

La resistencia peronista, las luchas obreras contra el Conintes, el Cordobazo, Rosariazo, Correntinazo, etc., fueron momentos gloriosos en las batallas de los sectores populares argentinas, que asumieron las formas que le imponían las circunstancias.

El pensamiento "pacifista", especialmente de un sector del radicalismo (quien fue cómplice de todas las dictaduras del siglo XX), margina injustamente a mártires que lucharon por la justicia social con los medios y en las condiciones que les permitía el sistema, cuando los caminos de la democracia real estaban cerrados. Por lo menos para la mayoría peronista.

Para muchos, la lucha violenta cesó con el retorno del General Perón a la Patria, cuando el peronismo llegó al gobierno en 1973. Muchos otros siguieron avalando el uso de la fuerza y algunos pocos la ejercieron: otorgaron una centralidad injustificada a la violencia y equivocaron los medios tal vez.

Luego, con Perón muerto, con las torturas, los secuestros y muertes en aumento por el accionar del Terrorismo de Estado, algunos más se sumaron, en especial los más jóvenes. Para entonces los límites se volvieron borrosos y las posibilidades de optar o desistir fueron más difíciles. Para muchos fue la lucha o el exilio.

Esta circunstancia le sirvió a los represores genocidas para incluir a toda una generación que propugnaba cambios en la sociedad como los sospechosos de ser guerrilleros. Y actuaron como sostenía el dictador Videla: "Si es preciso en la Argentina deberán morir todas las personas que sean necesarias para lograr la seguridad del país".

No hubo errores ni excesos…

El General Ibérico Saint Jean, Gobernador de facto la Provincia de Buenos Aires, en mayo de 1977 decía: "Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente mataremos a los tímidos".

No hubo "errores" ni "excesos", sino un plan de genocidio deliberado, y contradictoriamente a lo que surge de la leyenda de la "guerra sucia", no fueron muchos los que actuaron en la lucha armada.

En la Argentina no hubo, ni cerca, 30.000 guerrilleros. La cantidad la inventaron quienes querían justificar 30.000 muertes. Hubo sí, 30.000 luchadores sociales desaparecidos, barridos por la represión, de todos los sectores políticos revolucionarios. La inmensa mayoría de las víctimas fueron jóvenes, la mayoría fueron cuadros y militantes de la clase trabajadora, la inmensa mayoría fueron peronistas.

Mártires y héroes del peronismo

Algunas veces, lamentablemente aún, se escuchan discursos altisonantes, cargados de ofensas y calificativos despectivos sobre los desaparecidos y los muertos de la última dictadura. Más triste nos parecen cuando los mismos salen de la boca de personas que se auto denominan “peronistas”.

A pesar de cosas como estas, la historia, ya sin discusión seria posible, nos muestra que, de la larga lista de mártires y héroes de la causa nacional, es esa Juventud la que, ante un nuevo aniversario del golpe genocida, debe ser recordada como paradigma y ejemplo. Llena de energía, de rebeldía e inconformismo social, esta generación política, encabezada por la “Gloriosa JP” de los 70 fue la generación del compromiso desinteresado por una sociedad mejor, más honesta, más justa.

Una generación que participó políticamente, persiguió una revolución para la Argentina, se sacrificó, militó y pavimentó con su sangre el camino para cambiar un país dependiente, sometido económica y culturalmente, evidentemente injusto en la distribución de la riqueza y el poder.

También hay que decir que así como la JP fue una referencia saliente, no fueron los únicos. Junto a ellos corresponde el mismo homenaje a los trabajadores de base, delegados gremiales comprometidos y dirigentes sindicales combativos, al igual que militantes de otros espacios del peronismo que expresaban organizaciones activas y numerosas, que también cuentan con muertos y desaparecidos entre sus filas. Igualmente, también integran la larga lista de detenidos - desaparecidos militantes, argentinos y argentinas de otras expresiones políticas populares y revolucionarias, al igual que victimas del horror genocida que nada tenían que ver con la resistencia a la dictadura.

Derrumbe Militar y Peronismo

El régimen militar se hunde por su propia torpeza, criminalidad y las consecuencias de sus políticas antipopulares. La principal razón inmediata y desencadenante sin dudas fue la Guerra de Malvinas. También fueron los paros de la CGT, la resistencia política dentro de organizaciones sociales y la lucha de las organizaciones de los Derechos Humanos las que aportaron lo suyo.

El peronismo no es tan fatuo de creer que el solo volteó al régimen militar, no, pero si recordar, como ya dijimos, que si se repasan la lista de los muertos y desaparecidos en esa etapa, encontraremos una inmensa cantidad de trabajadores, delegados de fábrica, sindicalistas, militantes sociales, dirigentes estudiantiles y barriales que eran parte del movimiento peronista. Todo el movimiento peronista fue considerado indiscriminadamente como un blanco de la represión ejercida por el Terrorismo de Estado.

Como anécdota recordamos a Saúl Ubaldini y su accionar, que como Secretario General de la Central Obrera, se destacó como emblema de la reorganización del peronismo y movilizó una serie de huelgas en repudio al régimen militar.

Asimismo, encabezó procesiones al santuario de San Cayetano en Liniers por “Paz, Pan y Trabajo”, en abierta oposición a la desindustrialización del país, y que fue detenido junto con más de mil manifestantes el 30 de marzo de 1982, en una movilización en Plaza de Mayo.

La presentación de Bittel

Es oportuno hoy también recordar a Deolindo Felipe Bittel, un representante o dirigente afín a un sector del peronismo que reiteradamente sufre ataques, muchas veces injustos, especialmente de los sectores de la izquierda gorila, en relación a los hechos acaecidos en aquellos días.

Este hombre pudo manejar y conducir el peronismo durante los años de la dictadura militar y reclamar, en plena época de muertos y desaparecidos, por los Derechos Humanos, atreviéndose a firmar en 1979 - en su carácter de vicepresidente primero a cargo de la presidencia del PJ - el único documento que un partido político emitió abogando por los detenidos en forma clandestina e ilegal.

Y hemos elegido justamente fragmentos de este documento entregado por Bittel en 1979 a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA para publicar en estos apuntes referentes a esta etapa. En el documento se podrá, fácilmente advertir el compromiso que peronismo, en este caso institucionalmente, mantuvo en la lucha por los Derechos Humanos durante la última dictadura militar. El título de la misma fue: “El justicialismo denuncia la violación de los derechos humanos", y en sus párrafos más salientes dice: 

“El Justicialismo, desde 1946, representa a la gran mayoría del pueblo argentino, sin que nada ni nadie hasta la fecha haya desvirtuado esta aseveración tantas veces confirmada como cuantas veces nuestro pueblo logró ser protagonista de la historia de la Patria a través de la consulta electoral...

No hemos de abundar en la descripción de nuestro movimiento político y de sus banderas. Pero cabe señalar que desde 1946 hasta la fecha en el Justicialismo se traducen las legítimas aspiraciones espirituales y materiales del hombre argentino.…

Nuestro concepto de Justicia Social, la idea de una sociedad igualitaria, ha afectado y continúa afectando el privilegio.… 

Nuestro concepto de la Independencia Económica, el manejo de nuestros recursos en función de los intereses nacionales, ha lesionado y lesiona el privilegio.….

Nuestro concepto de Soberanía Política, de que nadie puede subrogar al pueblo, también ha afectado y afecta al privilegio.…

Por todo esto, los beneficiarios de la actual situación, son y serán nuestros implacables adversarios. Y sostenemos que quienes se aferran al privilegio no encontrarán otra manera de mantenerlo sino solo mediante la violación sistemática de los derechos humanos.…

Los hombres del Justicialismo, los que ejercieron la primera magistratura de  la Nación  los que integraron el Poder Legislativo los magistrados y funcionarios del Poder Judicial de la Nación, los dirigentes políticos y sindicales, los docentes, las mujeres y la juventud, han sido el blanco de una indiscriminada represión. Y están los otros hacedores y fundamento de nuestro accionar y de nuestra historia: el obrero silencioso, el estudiante, el profesional, el empresario, en fin, los que trabajan con esperanza y creyeron y creen que la Patria es un techo generoso que puede cobijar a todos. Tal vez esta creencia sea el delito que le asignan al pueblo.… 

No podemos aceptar que la lucha contra una minoría terrorista – de la que también hemos sido víctimas – se la quiera transformar en una excusa para implantar el terrorismo del Estado. “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, decía nuestro líder, el teniente general Juan Domingo Perón. Este concepto es el que ha regido nuestro gobierno y es el que exigimos se ponga en inmediata vigencia, porque no puede haber Doctrina de la Seguridad Nacional que esté por encima de la ley que debe amparar por igual a todos los ciudadanos. Aceptar cualquier otro criterio significaría transformar a la persona humana en simple objeto de los delirios represivos de las minorías... 

Nosotros, hombres del Justicialismo, no hemos de permanecer impasibles, no hemos de hacer de nuestro silencio una conducta. Sentimos un imperativo, producto de nuestras convicciones y de nuestra larga y dura militancia en la causa de la Patria. En consecuencia, el dolor de una madre es nuestro dolor; el dolor de un hijo es también nuestro; el obrero al que le falta el pan y no permiten decir lo que le falta, se hará voz en nuestras voces. Y esto nos compromete a asumir el dolor de aquellos que padecen la cárcel, a través de “actas”, “decretos” o “bandos” en las prisiones, embajadas, domicilios y confinamientos; y de los que padecen – y son millones – este exilio interior de la represión, el silencio y el hambre...

Hacer ese mundo mas justo significa, entre otras cosas (…) que no haya injusticia y desigualdad en la impartición de la justicia; que no haya nadie sin amparo de la ley y que la ley ampare a todos por igual; que no prevalezca la fuerza sobre la verdad y el derecho, sino la verdad y el derecho sobre la fuerza; y que no prevalezca jamás lo económico ni lo político sobre lo humano…

Por ello, el Justicialismo DENUNCIA:… la muerte y/o desaparición de miles de ciudadanos, lo que insólitamente se pretende justificar con la presunción de fallecimiento, que no significa otra cosa más que el reconocimiento de quienes se han atrevido o se atreven a levantar su voz y que han llevado o llevarán como “pena” desde un silencio impuesto, hasta la muerte”.


Walsh y la cuestión económica 

El otro texto que hemos elegido para interpretar este periodo histórico es la Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar (1977). Rodolfo Walsh nació en Río Negro en 1927 y fue asesinado en Buenos Aires en 1977 por un Grupo de Tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Fue escritor, periodista, traductor y autor teatral. Fundó en Cuba la agencia de noticias Prensa Latina, en 1959 y en 1976 creó la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA).

Esta Carta Abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh es, ciertamente, un texto histórico. Ampliamente conocida, instamos a los compañeros y compañeras que aún no la hayan leído a que la lean. Su lectura y estudio es una tarea militante para todo ciudadano argentino. 

En función de este resumen y para una mejor comprensión del Golpe de 1976 transcribimos unos fragmentos de esa carta que consideramos esclarecedores:

"En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada".

"En un año, la dictadura:

-Ha reducido el salario real de los trabajadores al 40% y disminuido su participación en el ingreso nacional del 50% al 30% del PBI.

-Se ha elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, llevando la desocupación al doble, prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial.

-El consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares.

-Hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil superaba el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepaban hacia marcas mundiales o las superan.

-El descenso del producto bruto era del 3%, la deuda exterior alcanza a 600 dólares por habitante, la inflación anual al 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%.

-Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconocía como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora financiera y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel y la Siemens".


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